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| Kikuchyo, interpretado por Toshiro Mifune. |
Aprovechando (y agradeciendo) la generosa invitación de Jos Torres a participar en este blog, me doy a la tarea de escribir acerca de una película que, si bien no es nada reciente, no dudaría en recomendársela a quien fuere. Resulta que volví a verla apenas antier. Estamos ante todo un clásico: Shichinin no Samurai, o Los Siete Samurai (1954), tal vez la obra más afamada del muy prolífico genio director Akira Kurosawa. Para ponerla en perspectiva, aparece en ambas listas de las mejores películas de todos los tiempos de la revista Sight & Sound: en el número nueve, según los directores de cine, y en el número 11, según los críticos. Para el que no la ha visto, sugiero no tarde en hacerlo, pues en cualquier conversación sobre cine es probable que ésta película se mencione. De hecho, nadie que se considere cinéfilo puede darse el lujo de no conocerla.
Sin más preámbulo, una brevísima sinopsis:
Un pequeño pueblo arrocero se halla en jaque debido a los asaltos de un extenso grupo de bandidos montados que con regularidad roban sus cosechas, empobreciéndolos y llevándolos al punto de la desesperación. Al consultar con el anciano del pueblo, éste sugiere que contraten algunos Samurai para que los defiendan de los bandidos. Así, varios campesinos van a la ciudad para reclutar a los que serán la única esperanza de supervivencia para su pueblo.
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| Akira Kurosawa |
A propósito del director, Toshiro Mifune (uno de los actores más célebres en la historia del cine japonés, y mundial) dijo una vez: "Si el cine japonés se conoce alrededor del mundo es por él. Que yo sea famoso en mi país como en otros, también es en mayor medida gracias a él." Mifune actuó en 16 filmes de Kurosawa, mismos que lo hicieron una estrella de fama internacional. Como no es de extrañarse, algunos de los filmes del cineasta japonés tuvieron remakes norteamericanos, como es el caso de Los siete magníficos (remake de Shichinin no Samurai) y Por un puñado de dólares (de Yojimbo). Otro actor al que Kurosawa requirió muy a menudo fue Takashi Shimura, quien apareció en 19 de sus filmes. Shimura y Mifune comparten créditos en Los Siete Samurai, como el líder Kanbe Shimada, y como el menos experimentado (y el más alegre de los siete) Kikuchyo, respectivamente.
¿Qué hace grande a esta película? Parece que todo. Antes de dedicarse al cine, Akira Kurosawa practicó la pintura, lo que seguramente lo dotó de una imaginación muy visual. De hecho, él mismo a menudo pintaba cuadros para los storyboards de sus filmes, durante la fase de preproducción. Si a eso sumamos su pertenencia a un país y cultura cuya escritura es ideográfica (misma que el propio Eisenstein señaló como paralela al montaje, al principio cinematográfico), no es de extrañarse que tuviese tan claro dominio sobre la narración visual. Kurosawa desborda la pantalla de imágenes poderosas: un campesino que se estruja las ropas mientras esconde el rostro, llorando de desesperación al oír al samurai decir que le es imposible ayudarlos. Una anciana que apenas puede cargar una guadaña para vengar la muerte de su hijo. Un samurai que, casi desnudo, lucha bajo la lluvia, los pies hundidos en el lodo, contra jinetes armados. Las proporciones son épicas.
Aunque extraordinariamente larga (207 minutos), Los Siete Samurai es una película ligera, pues la narración fluye naturalmente, atrapando del todo la atención del espectador con escenas inolvidables que lo mismo nos arrancan la risa como nos llevan a las lágrimas. Kurosawa acostumbra narrar mediante movimientos de cámara, sin cortar, manteniendo todos los elementos relacionados dentro de un mismo plano. La fotografía nunca protagoniza: complementa solamente la excelente narración de su director. Y de las actuaciones, podría deshacerme aun en loas, pero más vale atestiguarlas uno mismo. Así que ahí tienen. Si no la han visto, háganlo. Si ya la vieron, bien vale una segunda, tercera, cuarta vez y las que sean necesarias. Les aseguro que la disfrutarán siempre.
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